

El estrés, definido como la tensión provocada por situaciones agobiantes ya sean agudas o mantenidas en el tiempo, tornándose en un estrés crónico y que originan reacciones psicosomáticas (afectando tanto nuestra mente como nuestro cuerpo), siendo tanto la causa como la consecuencia de nuestros actos; constituye el común denominador en múltiples enfermedades y entre ellas las cardiovasculares, a la cabeza afectando en mayor o menor medida a todos los grupos etarios y sociales, pudiendo el estrés, llegar a triturar figurativamente nuestro organismo, sobre todo si le damos rienda suelta, por lo que creo que debemos recordar que nuestra propia mente y su interpretación de la realidad, es la que crea tal afección.
En consecuencia, el estrés se genera en mayor o menor medida, según la intensidad del estimulo exterior y la capacidad individual de respuesta ante él. Sin duda, esto dificulta su control como factor de riesgo cardiovascular, ya que depende del individuo el adaptarse a esa situación que le está afectando y cómo la enfrente determinará el grado de compromiso de su organismo.
Este conj unto de respuestas incluyen tanto:
- Respuestas fisiológicas: cómo reacciona tu cuerpo, representadas mediante temblores, sudoración, taquicardia, palpitaciones, dificultad para hablar, etc.
- Respuestas conductuales: lo que haces, cómo te comportas manifestado en actitudes como huir, esconderse, gritar, llorar, golpear, etc.
- Respuestas psicológicas: lo que ocurre a nivel mental, cómo piensas, caracterizada por bloqueo de pensamiento, sensación de ¡No me acuerdo de nada! Me van a echar del trabajo, etc.
¿Puede el estrés generar un problema cardiaco?
Se ha visto que existe un aumento del riesgo de infarto agudo de miocardio (doble de lo normal) durante las dos horas siguientes a un episodio significativo de alteración emocional. Esta afirmación no solo está constatada mediante múltiples estudios científicos, sino también en el día a día, donde muchos de los profesionales de la salud, teniendo el paciente en frente, vemos como cuestiones relacionadas al estrés en ámbitos laborales, familiares, personales y hasta deportivos, se manifiestan desde síntomas banales como dolores torácicos inespecíficos, palpitaciones… a dolencias con alto riesgo vital como un infarto cardiaco.
Muchas veces la enfermedad cardiovascular se manifiesta, sin tener otros factores como colesterol, fumar o diabetes, pero sí con unas altísimas cargas de estrés tanto agudo como crónico.
Para darnos una relevancia del estrés, basta con mencionar el Síndrome de Takotsubo, una afección que simula y cursa en forma similar a un infarto cardiaco, que suele ocurrir tras un episodio de estrés agudo y que afortunadamente es transitorio, por lo general con buena evolución.
¿Quiénes tienen más riesgo de padecer un evento cardiaco por estrés?
Si bien todos los individuos somos muy vulnerables al estrés, ciertos estudios apuntan a un mayor riesgo de padecer un episodio cardiovascular en las personas con perfil psicológico tipo A, es decir, individuos competitivos, muy autoexigentes, apegados al trabajo y muchas veces obsesionados con el éxito.
Características de la personalidad tipo A
- La actitud hostil es sin duda la característica que lidera el estereotipo de una personalidad tipo A. Caracterizada por una desmedida y abusiva agresividad, desde sus pensamientos, contestaciones y comportamientos ante situaciones que no lo j ustifican. Todos hemos vivido o visto la respuesta extrema de un conductor de un vehículo ante una falta leve de otro conductor, caracterizada por insultos y desacreditaciones que pueden en ocasiones llegar hasta la violencia física.
- Velocidad, impaciencia, irritabilidad, siempre tiene prisa.
- Estilo dominante y autoritario.
- Dificultad para conocer y expresar las emociones.
- Actitud dura y muy competitiva.
- Gran implicación en el trabajo, con tendencia a la actividad permanente. Consideran el descanso o el ocio como pérdidas de tiempo.
- Preocupación por el rendimiento y los resultados finales, más que por el disfrute de la actividad mientras se realiza.
- Pocos intereses y relaciones personales al margen del trabajo.
¿Y se puede hacer algo contra el estrés o para evitar que éste nos dañe?
Para comenzar a controlar el estrés y conseguir que nuestra mente asimile esa emoción y la transforme cual lava que se pone en contacto con aguas frías del océano, desde todos los horizontes concuerdan que es importante:
- Conocer que tenemos el control sobre nuestras acciones pero no sobre los resultados de ellas.
- Tener una disposición y actitud vital de alegría, fomentando el optimismo y la satisfacción personal lo que permite soportar mejor los contratiempos.
- Entender que los sentimientos desempeñan un papel fundamental en nuestra forma de pensar y de explicar el mundo, que el estimulo de ciertos centros cerebrales (Hipotálamo y amígdala) modulará sobre nuestro organismo desde la expresión de determinados genes hasta nuestra tensión arterial, por ejemplo. Por lo tanto, estimular los pensamientos positivos facilita estados de ánimo placenteros.
- Intentar llevar una rigurosa línea de coherencia entre lo que sentimos, pensamos y hacemos, nos permite ser fiel a uno mismo y evitar frustrarnos ante resultados y situaciones adversas.
- Vivir relajadamente, aquí y ahora, sin estar permanentemente intentando resolver cuestiones pasadas o de un posible futuro ficticio, invento de nuestra imaginación.
- Saber parar un momento para reflexionar sobre lo que estamos haciendo y enfocarnos en nuestros objetivos (ya que a veces podemos estar mejor, solo favoreciendo objetivos de otro y no a los nuestros, especialmente cuando los desconocemos).
- Aprender a relativizar los problemas, sin perder el tiempo en cuestiones intrascendentes, sabiendo que la mayoría de los problemas suelen ser superficiales y transitorios y que la vida es muy corta y bella.
“La autentica generosidad con el futuro consiste en entregarlo todo al presente” ( Albert Camus )
En las próximas ediciones escribiremos sobre como el estrés no es solo un tema de adultos sino que todos los individuos somos muy vulnerables y contaremos con el apoyo de diferentes especialistas y sus técnicas que nos ayudarán no solo a reconocerlo y controlarlo, sino también a evitarlo y ayudar al que lo padece, enfocándonos siempre en la prevención como un paradigma, con un objetivo muy claro: Vivir más y mejores años en compañía de nuestros seres queridos y en un mundo mejor.
Dr. Cristian Casseus Schurig
Cardiólogo